El aceite de palma es un aceite vegetal extraído de la fruta y el núcleo de las palmas de aceite, principalmente la especie africana, Elaeis guineensis. El aceite de palma es un ingrediente en más de 50% de todos los alimentos procesados que se venden en los mercados de todo el mundo. Los alimentos que lo contienen incluyen margarina, papas fritas, chocolate, galletas, helados y sopas instantáneas. Debido a que es un producto agrícola altamente versátil, el aceite de palma también se usa en la fabricación de muchos artículos no alimentarios, como jabón, champú, desodorante, cosméticos, aceite para masajes y lubricantes para máquinas. También existe una creciente demanda mundial de aceite de palma como biocombustible.
Además de su versatilidad, la palma africana tiene dos características que la hacen particularmente atractiva para las empresas en el negocio de cultivo, distribución y venta de alimentos. El aceite de palma es una planta de alto rendimiento, que produce diez veces más aceite por unidad que los cultivos como la soja o el girasol. El aceite de palma también tiene un período de gestación relativamente corto, produciendo los primeros racimos que se pueden cosechar después de sólo dos años y medio de cultivo. Por todas estas razones, el aceite de palma se ha convertido en uno de los productos agrícolas más buscados en el mundo. El consumo mundial de aceite de palma creció de 15 millones de toneladas en 1995 a 69 millones de toneladas en 2018. En Estados Unidos, las importaciones de aceite de palma han aumentado un 485% en los últimos diez años. Hoy, el aceite de palma es el aceite vegetal más producido y consumido en el mundo. 1
El cultivo intenso de aceite de palma comenzó en Indonesia y Malasia a principios del siglo XX. Desde entonces, estos países han talado más de seis millones de hectáreas de sus bosques tropicales para las plantaciones de palma. Hoy, Indonesia y Malasia proporcionan más de 84% 2 del suministro anual mundial de aceite de palma. Esto ha fortalecido la posición de las economías de Indonesia y Malasia en el mercado mundial. A nivel nacional, cuatro millones de personas en ambos países dependen directa o indirectamente de la industria del aceite de palma para su subsistencia. Los trabajos relacionados con la industria del aceite de palma incluyen la tala, la siembra, manejo de malezas, el recorte, el manejo integrado de poblaciones de hongos, insectos y microorganismos, la cosecha, el transporte en camión y el refinado. El ingreso promedio para los productores locales de aceite de palma puede ser hasta cinco veces mayor que el de los productores tradicionales de cultivos de subsistencia. Para algunos productores de aceite de palma, este aumento de ingresos ha hecho posible un mejor nivel de vida, oportunidades educativas para sus hijos y acceso a una mejor atención médica.
La investigación sobre el crecimiento de la producción de palma en Indonesia y Malasia muestra que cuando los agricultores locales cambian al cultivo de la palma en función de las necesidades locales, el cultivo de la palma puede ser ambiental y socialmente sostenible. Esto se hace típicamente intercalando unos cientos de hectáreas de aceite de palma con cultivos tradicionales de subsistencia y selva.
Sin embargo, surgen problemas cuando los agricultores locales se ven obligados a cambiar el cultivo de aceite de palma debido a la presión de autoridades políticas o de empresas agrícolas o alimentarias nacionales e internacionales, cuya primera prioridad es el beneficio económico. En estos casos, se talan grandes extensiones de bosques y la tierra se convierte en monocultivo de aceite de palma. El impacto negativo de estas transiciones a gran escala ha sido bien documentado en Indonesia y Malasia. Estos impactos incluyen la extinción de especies, la erosión del suelo, la contaminación del aire y del agua, las emisiones elevadas de CO2, el trabajo infantil, el abuso de los trabajadores adultos y los conflictos de derechos a la tierra con los pueblos indígenas.
El cultivo de aceite de palma también se ha introducido recientemente en el otro lado del mundo, en las exuberantes selvas tropicales de América Latina. Ahí, 12 países ya han destruido grandes extensiones de selva tropical para cultivar palma africana.
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Lee este excelente resumen del Fondo Mundial para la Naturaleza sobre los problemas ambientales y sociales que generalmente ocurren en países que permiten el cultivo masivo de aceite de palma.
Actualmente, Guatemala produce el mayor rendimiento de aceite de palma por hectárea que cualquier otro país del mundo. Cuando el aceite de palma se introdujo por primera vez para su cultivo en Guatemala, la gente esperaba evitar los efectos negativos ambientales, sociales y económicos de los monocultivos que históricamente habían sido problemáticos para Malasia e Indonesia.
Desde la década de 1980, el gobierno guatemalteco ha supervisado la mayor parte del cultivo de aceite de palma a través de acuerdos conjuntos con empresas agrícolas y alimentarias nacionales e internacionales. Los objetivos económicos, sociales y ambientales propuestos por el gobierno eran aumentar el producto nacional bruto (PNB) del país, mejorar la vida de los guatemaltecos rurales y proteger la tierra para las generaciones futuras. Según todas las estimaciones, se logró alcanzar el primer objetivo. El PNB anual ha mantenido una tasa de crecimiento promedio de 3% desde 2012, convirtiendo a Guatemala en la economía más fuerte de América Central. Sin embargo, en lo que respecta al cumplimiento de los objetivos segundo y tercero, muchos observadores afirman que la transición a la producción de aceite de palma a gran escala ha creado serios problemas sociales y ambientales.
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Mira este video de Amigos de la Tierra sobre el cultivo de aceite de palma desde la perspectiva de los pueblos indígenas de Guatemala.
Según la propuesta del gobierno, el cultivo de aceite de palma debería mejorar el nivel de vida de los agricultores rurales. Dada la alta demanda mundial de aceite de palma, tendría sentido que las ganancias de las ventas internacionales se dirigieran hacia mejoras tanto en la infraestructura de Guatemala como en la vida de los guatemaltecos. Por ejemplo, las mejoras en las zonas rurales deberían incluir mejores caminos, electrificación y acceso a agua limpia. Debido a que el crecimiento económico a largo plazo y la estabilidad en el campo de Guatemala requieren una fuerza laboral educada y saludable, la inversión también debe fluir hacia la construcción de escuelas rurales y clínicas de salud. No menos importante para el futuro social y económico de Guatemala es una fuerza laboral financieramente segura. Los agricultores rurales y los trabajadores de las plantaciones deberían poder confiar en el cultivo de aceite de palma como un medio de vida razonablemente seguro y lucrativo. Al mismo tiempo, los recursos de los líderes nacionales deberían centrarse en desarrollar métodos de cultivo que salvaguarden la salud de la tierra, el agua y la vida silvestre para las generaciones actuales y futuras.
A pesar de las intenciones declaradas del gobierno, pocas de estas mejoras han acompañado el crecimiento del cultivo de aceite de palma en Guatemala. Han surgido problemas como los experimentados en Indonesia y Malasia. Éstos incluyen daños irreversibles a la biodiversidad de la región, al suministro de agua y los recursos alimenticios. Las “apropiaciones de tierras” corporativas y gubernamentales crean más espacio para el cultivo de aceite de palma, pero empujan a los pueblos indígenas fuera de sus territorios ancestrales. Muchas personas ven estas acciones como profanaciones materiales y espirituales de las culturas de los pueblos nativos.
El desastre más trágico del aceite de palma de Guatemala tuvo lugar el 28 de abril de 2015, cuando fuertes lluvias desbordaron los estanques de oxidación de una refinería de aceite de palma. El desbordamiento envió material tóxico al río Pasión en la región del Petén, en el norte de Guatemala. En dos días, más de 160 kilómetros del río se cubrieron con miles de peces muertos y otra vida acuática irreparablemente dañada. Además de perder su fuente de alimentos, más de 12.000 personas a lo largo del río también perdieron su fuente de agua para beber, bañarse y para el aseo.
La empresa responsable del derrame fue la Reforestadora de Palma del Petén SA (REPSA). Esta compañía controla un tercio de las 130.000 hectáreas de cultivo de aceite de palma de Guatemala y suministra aceite de palma a las grandes empresas transnacionales Cargill y Wilmar. Al principio, los intentos de investigar el desastre fueron bloqueados por el gobierno y los empresarios leales a REPSA. Sin embargo, en una decisión histórica, un valiente juez dictaminó que el derrame era un “ecocidio” y ordenó a REPSA que suspendiera temporalmente las operaciones mientras las autoridades gubernamentales realizaban una investigación.
Persona inspiradora
No mucho después de que se tomó esta decisión, Rigoberto Lima Cioc, la primera persona indígena en documentar el daño social y ecológico de las operaciones de REPSA, fue asesinado a tiros a plena luz del día por atacantes no identificados. Después del asesinato de Cioc, tres líderes comunitarios más fueron secuestrados y asesinados por personas leales a REPSA. Estas tácticas violentas crearon el efecto deseado. El juez que había ordenado a REPSA que cesara las operaciones se vio obligado a retroceder y su decisión fue revocada. Hoy, REPSA sigue en el negocio y los homicidas que asesinaron a los líderes de la comunidad guatemalteca siguen en libertad.
Desde 2015, las comunidades indígenas y las organizaciones de justicia social en todo Guatemala se han unido en torno a un rotundo “¡No!”. Algunos grupos indígenas, como los de la región de Sierra Chinajá de Guatemala, están tratando de bloquear la apropiación de tierras de los agronegocios uniendo sus propiedades familiares tradicionales en propiedades comunitarias más grandes bajo gestión colectiva. Los grupos de mujeres han pedido el fin de la deforestación masiva y la creación de un equilibrio entre la siembra de cultivos alimentarios para el consumo local y el cultivo de aceite de palma para el mercado mundial.
Este breve estudio de caso del aceite de palma en Guatemala plantea preguntas sobre los alimentos y los sistemas alimentarios que se aplican a los cultivos y animales en todo el mundo.
- ¿Qué procesos naturales y características del ecosistema son importantes para cultivar alimentos saludables a niveles sostenibles?
- ¿Qué fundamentos y normas éticas deberían guiar la toma de decisiones respecto a la forma en que producimos, procesamos, distribuimos, consumimos y desechamos los alimentos?
- ¿Qué significado espiritual y valor dan las culturas a la producción y consumo de alimentos desde la antigüedad
- ¿Qué acciones están tomando las personas en todo el mundo para abordar los desafíos que enfrenta la calidad, disponibilidad y sostenibilidad de los alimentos, y qué acciones podríamos tomar?
- ¿Qué significados les han dado los seres humanos a los alimentos? ¿Cómo a veces los alimentos evocan asombro y transmiten un carácter sagrado? ¿Cuáles son algunos de los rituales y creencias sobre los alimentos que se encuentran en las religiones del mundo?